Hacía tiempo que estaba buscando salida a los maravillosos recuerdos que tengo del pueblo de mi madre, la tierra que más adoro en este mundo, y por fin ha salido algo que a mí me llena. Quería compartirlo con vosotros y aprovecho a dedicárselo a mi familia y amigos (sobre todo a los que tenemos la suerte de haber pisado aquellas tierras de Castilla alguna vez). Un besazo a todos.
Eres más Mi Castilla,
Mi Palencia,
Mi Fresno,
Mi tesoro,
que yo el corazón
del que sólo te habita en verano.
Al aire que me da sustento
renuncio con alegría
si la acidez del limón
que se rebela en mi garganta
(el resto del año),
cuando estoy lejos de ti,
se disipara en el agua de mi saliva
y volvieran:
a mis ojos...
la luz de tus campos;
a mis pulmones...
la brisa de tu aire
libre de las asperezas
de la ciudad industrial;
a mis labios...
el rojo de tus amapolas;
a mis pies...
el placer de ensuciarse
en el polvo del sendero;
a mi espíritu...
la diáfana tranquilidad
de saberme en el paraíso;
a mis oídos...
el repique de la campana
llamando a acienda
y en respuesta a ese tono
de la pequeña iglesia
el suave mugir de las vacas
atravesando calles y callejas
hasta pacer junto al río.
A mis letras...
¡Qué no les harías tú a mis letras?
Eres más mía, más mío,
querida tierra,
querido pueblo,
cuanto más te anhela mi recuerdo
y más ausente parezco
de tu embelesamiento;
pues ni el frío,
ni el viento,
ni la nieve,
ni la lluvia,
ni la ausencia de mar
te arrebatan hermosura
o envilecen tu pureza
o estorban en mi corazón
por tu furia invernal.
¡Ay de mis letras!
Contigo...
en ti...
¿Qué no haría yo con mis letras?